Leí “Confieso que he vivido” hace diez años, lejos de casa. Leer en prosa su vida de poesía alimento mi lúgubre pensamiento de que el sufrir se vive mejor gozandolo. Y el jubilo se disfruta mejor tolerandolo. Después de releerlo, comprendo que esas contradicciones de la vida de un poeta como Pablo Neruda, se tenían que adornar de una manera grandilocuente en su autobiografía. Al fin y al cabo , a los poetas se les perdona todo.
jueves, 30 de septiembre de 2010
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